La expansión del trabajo sedentario, la televisión, los ordenadores y los medios de transporte «pasivos» (automóviles, motos, autobuses) abruman nuestra vida cotidiana, lo que tiene graves consecuencias para la salud.
Según las estadísticas, dos tercios de la población adulta del mundo no hacen suficiente deporte para mantener un estilo de vida saludable. Y esta poca actividad disminuirá aún más con la edad. Según la OMS, la falta de movimiento plantea una amenaza tan grave, que innumerables enfermedades en la lista de las principales causas de muerte en el mundo entero tienen su origen en la inactividad física.
El ejercicio regular es la clave para la salud física y mental. El ejercicio físico puede prevenir muchas enfermedades crónicas y también reducirá el riesgo de sobrepeso, presión arterial alta y diabetes.
Incluso el ejercicio moderado puede fortalecer el músculo cardíaco, lo que puede mejorar en un 10%-30% el rendimiento de aquellos que sufren trastornos cardiacos. Además, hacer deporte regularmente contribuirá a la mejora del rendimiento pulmonar, al fortalecimiento del sistema inmunitario e incluso a un sueño más relajante y reparador.
Además, cuando estamos haciendo ejercicios, nuestro cerebro produce endorfinas y serotonina, que también son responsables de nuestra buena disposición. A través de este proceso, lograremos nuestro equilibrio espiritual.
Mantener un estilo de vida activo es importante a cualquier edad, pero nunca es demasiado tarde para comenzar porque tiene muchos efectos que pueden influir positivamente en nuestra salud.
No es necesario abstenerte de hacer ejercicios incluso si padeces enfermedades crónicas. Piensa en lo siguiente: ¿podrías incluir un poco más de ejercicio físico en tu vida? ¿O en media, vives una vida mucho más activa que los demás?
Llevar un estilo de vida activo es una de las claves para mantener un buen estado de salud. Ayuda a prevenir muchas enfermedades crónicas graves: entre otros, las personas que hacen ejercicio con regularidad están expuestas a un riesgo menor de desarrollar diabetes y presión arterial alta. Además, los ejercicios regulares y de diversos tipos también juegan un papel importante en la prevención de trastornos psicológicos y neurológicos como la depresión o el deterioro mental en la vejez.
Nos gustaría llamar tu atención sobre el hecho de que no es necesario dejar de hacer ejercicio, aunque si ya vives con una enfermedad crónica diagnosticada. Sin embargo, es cierto que en el caso de la mayoría de las enfermedades crónicas no es necesario condenarnos a la pasividad o al aislamiento en casa, de hecho, ¡no deberíamos!
Las personas que padecen trastornos de las articulaciones a menudo piensan que cuanto más cuidan la parte del cuerpo afectada por una enfermedad, por ejemplo, la rodilla dolorosa, mejor. Sin embargo, esto no es necesariamente verdad. ¡La actividad física representa el aspecto clave en el mantenimiento y regeneración de las articulaciones! Esto se debe a que ciertas sustancias necesarias para el buen funcionamiento de las articulaciones se producen al moverse.
La actividad física hecha con prudencia es beneficiosa incluso para las personas que padecen enfermedades del corazón, lo que es más, en muchos casos es particularmente útil: aumenta el rendimiento cardíaco con hasta un 10% -25% y reduce el riesgo de someterse a un tratamiento hospitalario aproximadamente con un 30%. Vale la pena consultar con un médico sobre las formas de actividad física más adecuadas para fortalecer el corazón. Fisioterapia, caminatas, senderismo, baile, jardinería, ciclismo, jogging: y así podríamos continuar. Al mismo tiempo, tu médico debe informarte sobre los síntomas que indican que es hora de que dejes de hacer una determinada actividad (por ejemplo, falta de aliento, mareos, arritmias).
¡Qué todos disfrutéis de buena salud y de la libertad de movimiento!